Un niño calvo, de aspecto famélico y alas corroídas pasea junto a su madre. Van esquivando la escoria de una ciudad que perdió su nombre:
―¿Cuándo llegará mi momento, madre? ―preguntó el príncipe de la decadencia―. Deseo traerles pestes y hambruna. Quiero ver a los hombres revolcándose en el lodo luego de vaciar sus ríos. Ansío el momento en que me proclamen rey de sus dolencias.
Ella le acarició la cabeza con su mano de dedos largos y uñas afiladas:
―Lo lamento, hijo; hemos llegado tarde.
¡Un genial microrelato Federico! :)
ResponderBorrarAprovecho para comunicarte que te he concedido unos cuantos premios en una entrada muy especial publicada en mi blog :) Cuando quieras puedes pasar a buscarlos:
http://donde-los-valientes-viven-eternamente.blogspot.com.es/2015/04/100000-visitas-superadas-en-el-blog.html
¡Un abrazo muy grande, cuídate mucho!
Muchas gracias, Hammer!
BorrarNos vemos en tu blog. Abrazo grande.
Genial relato, en pocas palabras dices mucho. No debemos temer a los demonios, los llevamos dentro. Un abrazo Federico.
ResponderBorrarMuy bien dicho, María.
BorrarMuchas gracias por el comentario. Abrazo!
Como siempre, original y talentoso por excelencia amigo. Gran micro
ResponderBorrarMuchas gracias por las palabras, amigo.
BorrarAbrazo grande, Jorge!
Excelente micro Federico, una escena narrada con maestría, el mensaje es evidente y poderoso. Un aplauso.
ResponderBorrar¡Un abrazo amigo de las letras!
Aprecio mucho el comentario, amigo de las letras.
Borrar¡Abrazo grande, Edgar!
Un micro preciso y contundente. Nadie puede librarnos de ese enemigo, desde luego. Un enorme mensaje escrito en pocas palabras.
ResponderBorrarUn saludo, Federico.
Muchas gracias por el comentario, Ricardo!
BorrarUn saludo.
Eres un maestro Federico Rivolta. No se puede decir más con menos. Un abrazo y mi admiración
ResponderBorrarMuchas gracias, Mercedes :)
BorrarAbrazo!
El mensaje, la fotografía y las letras precisas para dejarnos sin aliento. Mis felicitaciones...
ResponderBorrarMe alegro por ello, Sonia. Muchas gracias por dejar tu comentario.
BorrarEstupendo micro. Creo que la inconsciencia del hombre puede competir incluso con la misma muerte.
ResponderBorrarMuchas gracias, me gusto. Saludos.
Muchas gracias por las palabras, Francisco. Dura reflexión la tuya, pero muy buena.
BorrarMe alegro de que te haya gustado. Saludos!
Parece que los hombres se bastan y se sobran para lograr su propia decadencia y degeneración. Es penoso, pero no deja de hacerme sonreir la decepción del pequeño y malévolo ser :))
ResponderBorrarMuy bueno, Federico!!
Quise retratar al protagonista con el mismo entusiasmo de un niño que va a una feria o a una juguetería. Es malévolo, pero es tan puro que también me da un poquito de pena su decepción :)
BorrarMuchas gracias por el comentario, Julia!!
El terror más puro puede venir de la mano de los niños. Porque, ¿quien espera el mal de ellos?, ¿quién podría hacerles daño para defenderse?. Breve y afilado como una cuchilla, Fede. Un abrazo.
ResponderBorrarA diferencia de la maldad compleja de los hombres, la de este niño es pura y sin vueltas.
BorrarMuchas gracias por la visita y el comentario, Fer. ¡Abrazo!
Siempre consigues transmitir mucho con tan sólo un par de párrafos. Tu capacidad de visualizar la escena y mostrárnosla es digna de cualquier alabanza.
ResponderBorrarMuchas gracias por las palabras, Alejandro. Un honor, amigo.
BorrarAbrazo!
Pobre.... Ni siquiera le dejamos gobernar al Señor de la decadencia... Qué triste. Egoístas hasta para eso.
ResponderBorrarMuy buen micro. Me ha gustado mucho :) Aunque duele ver la realidad a la que, si no hacemos algo, estamos condenados a alcanzar :(
¡Un abrazo!
Me alegro de que te haya gustado, Carmen :)
BorrarEs cierto eso que dices :( aunque también creo que aún se pueden hacer cosas.
Abrazo grande!
Se le adelantaron jeje, buen relato.
ResponderBorrarAsí es, al parecer nos adelantamos nosotros.
BorrarGracias por dejar tu comentario, Orutrasiul!
Muchas gracias por las palabras, amigo poeta!
ResponderBorrarExactamente, Oskar; él es tan solo el príncipe. Cualquier demonio que inventemos no es más que un niño al compararlo con la maldad que puede llegar a tener el humano.
Abrazo!
El enemigo,pues vino a mi cabezota el anticristo,siempre queriendo copiar,un nacimiento,un niño,sip:p eso que para muchos es el mito de la analogia y contraparte de el nacimiento de El salvador...pues es más que una simple imaginación y mito para mi.
ResponderBorrary tu relato COMO TODO LO QUE HACES... extraño,pero,siempre exquisito y placentero de leer.
Gracias.
Me alegro de que te gusten las extrañas cosas que escribo, Ady.
BorrarGracias a vos por tu visita y por dejar tu comentario.
Duro relato por la reflexión a la que nos obliga.
ResponderBorrarNo hace falta seguir buscando, en nosotros mismos tenemos lo peor, aunque siempre hay que mantener la esperanza de que también hay seres humanos capaces de lo mejor.
La "ilusión" del niño, genialmente descrita, no puedes dejar de sonreír delante de ese niño.
Saludos.
Buenísima tu reflexión. También me gusta el entusiasmo de ese niño..., aunque nos odie tanto.
BorrarMuchas gracias por dejar tu comentario, Conxita. Saludos!
Los hombres somos dueños de nuestros actos y nuestras desgracias. No necesitamos a Dios, a los dioses mitológicos, al Destino, Los Hados, La conjunción astral, etc. Nos bastamos a nosotros para destruirnos.
ResponderBorrarGenial micro. Y excelente final.
Un abrazo
Es cierto, Marisa; somos nuestros peores demonios.
BorrarMuchas gracias por el comentario.
Abrazo grande!
¡Federico!
ResponderBorrarComo siempre dejándome sin Palabras, fascinada con esa forma que tienes de decir tanto, con textos tan cortos...
¡Buah! Un Pequeño con ansias de destrucción... Estoy convencida de que la Ciudad aún tenía un foco de Resistencia... O, al menos, eso prefiero pensar... ;)
¡Besis!
Muchas gracias por las palabras, Campanilla.
BorrarTambién me gusta la idea de que aún quede un foco de resistencia; habrá que formar parte de él.
Besos.
cuanto has dicho en tan pocas palabras, veo que no soy el único arto de ser persona. Fabuloso.
ResponderBorrarEse pequeño demonio no nos llega ni a los talones.
BorrarTe agradezco mucho el comentario, Juan.
Me hizo sonreir el final, es como uno de esos chistes que provocan risa precisamente porque sabes que reflejan la realidad tal cual. Un saludo.
ResponderBorrarMe alegro de haberte hecho sonreír, Santiago. Gracias por el comentario :)
BorrarEscalofriante
ResponderBorrarMe alegro de haberte causado escalofríos, Gabriela. Da más miedo aún si uno piensa que no está tan alejado de la realidad.
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