La cafetería del pueblo estaba llena. La puerta se abrió y entró un sofocante calor de mediodía. Una mujer entró y avanzó dando pasos lentos, temblando, mientras su cabeza se movía a causa de los constantes tics nerviosos.
Se trataba de Mabel, una señora de cabello crespo y lleno de canas. Usaba la misma bata de siempre, cada día más sucia.
―¿Alguien ha visto a Rogelio? ―preguntó.
Miró a su izquierda, y los clientes sentados en las mesas dejaron de conversar y apretaron los labios soportando las ganas de reír. A su derecha, los comensales sobre la barra giraron sobre los bancos para no mirarla.
―Lo siento, Mabel ―dijo la camarera―. No lo he visto, pero le diré que lo andas buscando si viene por aquí.
―No debe haber ido lejos ―dijo Mabel―; ni siquiera se llevó los cigarrillos.
La señora de la bata se retiró del lugar y los murmullos comenzaron enseguida.
―Vieja loca... ―dijo un joven― Con el olor que tiene no me sorprende que su marido se haya ido con otra.
Mabel no siempre fue así. Había transcurrido un año desde que Rogelio había desaparecido sin dejar rastros, y eso la cambió por completo. Dejó de arreglarse y de bañarse, y envejeció tanto en tan poco tiempo que se volvió irreconocible.
La camarera se acercó a la mesa donde estaba sentado un hombre mayor:
―¿Más café?
―No, gracias, linda ―dijo el señor―; debo ir a encontrarme con mi hermano. Sus cerdos han dejado de comer. Lo ayudaré a limpiar los bebederos y a vacunarlos, aunque no sabemos aún qué es lo que les sucede.
La temperatura estaba aumentando. El hombre se asomó a la puerta y una nube de polvo atravesó la calle. Encendió un cigarrillo y se acomodó el sombrero para cubrirse del sol que quemaba sin compasión.
Un instante después otro hombre ingresó a la cafetería. Estaba triste, desahuciado. Su esposa acababa de perder un segundo embarazo y se había sumido en una depresión sin salida aparente.
Algunos clientes lo saludaron en silencio, con gestos de empatía. Tal y como sucede en los pueblos pequeños, allí todos conocían los problemas de sus vecinos.
La temperatura continuó en aumento y el aire acondicionado de la cafetería comenzó a hacer un fuerte ruido metálico. Los clientes se voltearon y de pronto el aparato dejó de funcionar.
―¡Otra vez! ―gritó el dueño agarrándose la calva–. Llamé al técnico la semana pasada y aún no ha venido. Espero que aparezca mañana.
En ese momento todos tuvieron el mismo pensamiento fugaz: el técnico no iría a arreglar el aire acondicionado.
A la mañana siguiente Mabel salió de su casa y no vio a nadie en el pueblo. Las calles estaban desérticas; todos habían desaparecido sin dejar rastros. Ingresó a la cafetería, que también estaba deshabitada:
―No deben haber ido lejos ―dijo Mabel―; ni siquiera se llevaron los cigarrillos.
Fede ¿Cómo andás?
ResponderBorrarEl relato está muy bueno. Tiene buen ritmo y no queda nada colgando.
Mirá lo que son las cosas que ayer vi en YouTube un corto en inglés llamado "Awake" - despierto - que también llevaba por temática el vaciamiento súbito de una ciudad entera. (Aunque al final se revela lo que sucedía)
No puedo dejar de pensar que Mabel está pasando por lo mismo que el protagonista de ese video.
¡Te dejo un abrazo y nos estamos leyendo!
Muchas gracias por el comentario, Facu. Me alegra que te haya parecido así.
BorrarDejé un final abierto a posibilidades para que cada uno tenga su versión de lo que ocurre; yo tengo la mía.
Miraré el video.
¡Un fuerte abrazo!
Pues no se pero este relato dejas ñas puertas abierta a un continuará. Quizás esta mujer note que la cafetería está vacía, pero dejaron los cigarros. El calor y la falta del airea condicionado hizo que los parroquianos no vuelvan al café.... estarán en sus casa, se fueron todos ? Un abrazo
ResponderBorrarCiertamente es una posibilidad para el final abierto que dejé, aunque yo, que soy algo pesimista, no creo que los parroquianos estén en sus casas.
BorrarMuchas gracias por comentar, María.
Abrazo!
Mucho suspenso como siempre maestro. Final abierto que se presta a miles de especulaciones. Genial relato de un mundo muy abstracto. Saludos de garritas.
ResponderBorrarMe gustó la idea de dejarlo abierto, sobre todo porque quizás lo que esté sucediendo en el pueblo sea imposible de comprender para los humanos.
BorrarMe alegra mucho que te haya parecido genial, Mendiel.
Mis garras te abrazan :)
Tremendo relato, repleto de simbología. Te felicito Federico, es muy bueno. Muchas veces pensamos que serán causas externas las que acaben con la humanidad, como un meteorito, la desaparición de la capa de ozono, la desertización de la tierra... pero quizás los que acaben con la humanidad, seamos los mismos humanos, porque estaremos tan ocupados mirándonos el ombligo, que ni siquiera prestaremos atención a si hay más como nosotros alrededor. Estaremos solos.
ResponderBorrarBueno, después de este rollo filosófico inspirado por tu narración, me despido hasta la próxima. Ne nuevo genial tu relato.
Es curioso, pero hace muy poquito escribí un relato, que todavía no he publicado, que también habla de un hombre solo en un mundo vacío... Debe ser que la soledad nos embarga últimamente, je, je
Un abrazo
Excelente tu interpretación, Isidoro. Más allá de lo que sea que se haya llevado a los habitantes de ese pueblo, quería mostrar que fue a causa de sus comportamientos.
BorrarMe gustaría leer tu relato.
Tal vez sea cierto lo que dices, y por más que este relato sea ficticio, guarde algunos sentimientos ocultos.
Mis solitarias garras te abrazan.
Me encantan las historias apocalípticas y la tuya me ha encantado. Además, tiene el tamaño justo; me alegra que no lo hayas innecesariamente.
ResponderBorrarUn saludo.
Me alegra mucho que te haya gustado tanto mi apocalíptico cuento, Bruno.
BorrarGracias por dejar tu comentario!
Un saludo.
Hola Federico:
ResponderBorrarNo soy muy buena interpretando apocalipsis o historias donde no hay explicación para lo que sucede, creo que todo tiene una causa y una consecuencia, me es imposible creer que las cosas suceden sin explicación alguna.
Sin embargo por alguna razón todos desaparecieron excepto Mabel, quien el común denominador o constante de la historia, así que una posibilidad es que ella tuvo que ver ya que es la única explicación lógica que encontré. Incluso ella debe saber que pasó con Rogelio. A menos que haya sido una extracción alienígena o se derritieron con el calor jajajajaja.
¡Saludos y que tengas excelente tarde!
Mabel no parece estar cuerda, por lo que dudo que tenga algo que ver con la desaparición de todo un pueblo. Me inclino más por la extracción alienígena. Quizás a Mabel no se la llevaron porque es buena, o porque no les es útil, o simplemente porque no representa una amenaza.
BorrarMuchas gracias por el comentario, Tere. Excelente tarde para ti también :)
Federico tu relato me llevo a recordar esos pueblos denominados fantasmas donde siempre hay mucho calor, donde todo pasa y al mismo tiempo nunca pasa nada, la ambigüedad del relato deja mucho que pensar, la indiferencia para Mabel y la empatia para el hombre que su mujer volvió a perder el bebé. Un pueblo extraño y siniestro de carencias y perdidas en aumento, tan ausente y distante de su realidad que no se percato de su final que les llego a todos tan rápido que solo les dio tiempo a un pensamiento fugaz.
ResponderBorrarEn tu relato dejas ver que el calor excesivo, el polvo y la insalubridad de los animales, el desperfecto del ventilador, las desapariciones de personas, Rogelio, el técnico, los bebés, todo eran una señal clara, algo pasaba y de hecho paso rápido, fugaz, se los llevo a todos menos a Mabel ella no estaba en ningún lugar especifico siempre andaba en movimiento buscando a su esposo o buscando su propia identidad perdida, su propia vida, la que había perdido.
Así de rápido y fugaz como nos lleva la muerte, también se nos va la vida, en vacíos existenciales, en nada concreto, somos fantasmas jugando a estar vivos.
Federico aunque tu relato es mas puntual que esta reflexión el panorama que nos dejas hace volar la imaginación.
Caray rimó, hasta dió para hacer poesía. Excelente cuadro abstracto el que nos pintaste amigo. Gracias y mis afectos para Mabel.
Me gustó lo de "fantasmas jugando a estar vivos".
BorrarAl hombre cuya mujer perdió dos embarazos lo saludaron con gestos de empatía algunos vecinos. Quizás a ellos les pasó lo mismo. Es algo ambiguo el relato.
Muy buena tu lectura y reflexión, Harolina.
Muchas gracias por el comentario. Mabel te saluda con su mano temblorosa y sus tics nerviosos.
No sera que ese tal Rogelio tenia una maldicion que, al irse se la dejo a Mabel. Por eso envejecio, se abandono hasta ser irreconocible. Y luego ella sin darse cuenta fue contagiando ese mal en el bar, y luego los parroquianos tambien se terminaron infectando hasta que se murio el pueblo entero. Bah no se. Es lo que me parecio a mi. Un abrazo y muy bueno
ResponderBorrarMuy buena tu hipótesis, Gustavo. De verdad interesante.
BorrarMe alegra que te haya parecido así mi cuento. Muchas gracias por dejar tu comentario.
Abrazo!
Este final abierto me hace pensar en la posibilidad de que la historia no acabase nada bien, pues hacer esa larga pausa final prolonga el suspense y produce un desasosiego añadido a esa trama donde el calor asfixiante aumenta, los clientes se van convirtiendo en fantasmas y Mabel permanece en un mundo paralelo de cigarrillos y soledad.
ResponderBorrarLa verdad, amigo Federico, que me gustó darme otra vuelta por esta amable "galería" de personajes e historias sorprendentes.
Un abrazo y éxitos!!!
Tal vez debamos estar atentos. Los habitantes del pueblo no hicieron nada cuando Rogelio desapareció, y puede que esta desaparición de personas siga aumentando.
BorrarMe alegra que hayas disfrutado de esta visita, Estrella.
Muchas gracias por dejar tu comentario.
Abrazo!!
Impresionante relato, por su efectiva descripción del lugar y personajes, por su onírica y misteriosa atmósfera. Es como un sueño, sueño o pesadilla, calmada y terrorífica a su vez. Detonante de innumerables interpretaciones, en mi opinión; los sueños, sueños son, y lo que importa es la sensación que éstos nos transmiten.
ResponderBorrarLa profundidad de la metafórica huella que deja un relato en la mente del lector suele ser proporcional a su calidad en esencia... Gran impresión, Federico.
¡Abrazo grande, Amigo de las Letras!
Muchísimas gracias, Amigo de las letras.
BorrarQué bueno haber logrado ese efecto en tu opinión. Esa es la atmósfera que deseaba lograr, así que me dejas muy contento.
¡Un fuerte abrazo, Edgar!
Buen relato, con un final tan abierto como la propio universo que tejes al final. Personalmente lo vi como los delirios de una mujer envejecida. ¡Saludos!
ResponderBorrarEs una posibilidad que todo sea un delirio de Mabel.
BorrarMe alegra que te haya parecido así, Chamisso.
Gracias por dejar tu comentario!
Hola Federico. Me gustó tu relato. Lo relaciono con los momentos que hacen a la vida misma. Cuánta soledad y abandono. Hasta el pueblo quedó solo.... será que algún dia volverán para llenar lo vacío? Conmovedor. Gracias!!!
ResponderBorrarMuy interesante tu manera de verlo, Adelina.
BorrarQuizás al vacío que quedó lo llenen otras personas.
Gracias por el comentario!
Bueno, me he quedado con cara de: ¿Qué? ¿Cómo? Esto... mmmm... XD
ResponderBorrarMuy bueno, como siempre. Me da mucha pena la pobre mujer del marido desparecido. Y no teniendo bastante, ahora va y desaparece el pueblo entero. ¡¡¿Pero qué van a hacer sin los cigarrillos?!! Mira que irse sin cogerlos :) jejeje
¡Comparto! Un abrazo Federico!! Y feliz día de los muertos jujuju ^^
Me alegro de que te haya parecido así, Carmen.
BorrarEs muy abierto el final, lamento haberte dejado con esa expresión ;)
Un fuerte abrazo!
Pareciera que el pueblo tiene un mal o tenía, ya que no quedó casi nadie. Por eso la perdida de los embarazos de la esposa de un hombre que entró. Los chanchos no comían. Y ese calor que fue atribuido a la falla del aire acondicionado.
ResponderBorrarTal vez ese mal no mató o se llevó a Mabel, por tener cierta inmunidad o por ya tener su propio mal, el de la decadencia.
Bien contado.
Muy buen análisis, Demiurgo. Interesante tu reflexión.
BorrarAgradezco tu visita y comentario!