viernes, 6 de enero de 2017

EL HOMBRE DEL TIEMPO - Capítulo 5





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CAPÍTULO 5



El público aplaudió el ingreso del gran Boris Zhanitsyn. Él los miró sonriente, con los ojos casi cerrados y las mejillas arrugadas. Luego de unos segundos él también comenzó a aplaudir con ellos. Aplaudía como lo hacen los mimos, por supuesto: dando la sensación de que sus palmas chocaban, pero en absoluto silencio.

En un momento Boris se puso serio, y con un rápido movimiento atrapó todo el ruido que había en el salón. Luego comenzó a frotar sus manos, armando una pequeña esfera imaginaria. Las luces a su alrededor comenzaron a encenderse mientras la esfera crecía y sus manos se despegaban poco a poco. Cuando alcanzó el tamaño de una pelota de baloncesto, la hizo rebotar contra el suelo, acompañando el movimiento con su brazo, pues parecía tratarse de un balón bien pesado. De pronto dejó de hacerla rebotar y la lanzó con fuerza al público. Todos se echaron hacia atrás en sus butacas, cubriéndose como si les hubiese lanzado una pelota real. La rutina estuvo tan bien ejecutada que se habían dejado llevar por la ilusión. El público rio, y enseguida Boris rio con ellos. Reía como lo hacen los mimos, por supuesto: sujetándose el estómago y señalando a sus espectadores, pero en absoluto silencio.

Oscar miró a Clara y, a diferencia del personaje que tenía enfrente, le fue imposible determinar el más mínimo gesto de diversión o aburrimiento. Siguió entonces mirando el acto del mimo, aunque le costaba mucho concentrarse en otra cosa que no fuese su cita.

El gran Zhanitsyn continuó haciendo las rutinas clásicas con música alegre de fondo. Hizo el conocido acto de la pared del mimo, para el que se ubicó en un extremo del escenario. Boris hizo algunas elongaciones moviendo los brazos y girando la cabeza hacia ambos lados, luego inclinó como lo hacen los corredores y salió con gran velocidad hacia el extremo opuesto. Cuando estaba por llegar a la otra punta del escenario chocó con una barrera invisible, quedando un instante aplastado para luego caer despacio al suelo.

La caja del mimo tampoco podía quedar afuera. El artista palpó con sus manos una caja que lo contenía y que se iba haciendo cada vez más pequeña. Llego un punto en el que sus brazos se le pegaron al cuerpo, sus hombros se contrajeron, e incluso su cara se vio aplastada por el recipiente.

La actuación estaba llegando a su fin, y se apagaron los reflectores para encenderse solo uno que estaba sobre el escenario, reflejando el rostro del gran mimo desde abajo, haciéndolo ver aterrador. La música alegre se silenció, y comenzó a sonar un rock industrial en tonos menores. Boris hizo un gesto de enojo, luego hizo un gesto de temor, luego se volvió a enfadar y luego se volvió a asustar…; estaba interpretando a dos personajes a la vez. El sujeto enojado era más grande, de edad y de tamaño, y cuando hacía ese papel su cuerpo entero simulaba crecer. Cuando interpretaba al más pequeño, en cambio, sus hombros se encogían, dando la sensación de que toda su musculatura disminuía.

El personaje mayor comenzó a lanzar bofetadas al aire mientras el otro movía el rostro de un lado al otro con expresión de dolor. Pronto las bofetadas se convirtieron en golpes a puño cerrado, y la gente sintió el sufrimiento de la víctima que lloraba sin consuelo. Lloraba como lo hacen los mimos, por supuesto: inclinando la cabeza, con los ojos cerrados y la boca abierta, pero en absoluto silencio.

Para terminar la rutina, sacó un cuchillo; o al menos es lo que todos entendieron cuando alzó la mano y la movió al estilo de una terrorífica película en blanco y negro.

La víctima estiró el rostro en un gesto de muerte y luego cayó al suelo, donde se quedó haciendo movimientos espasmódicos mientras se cerraba el pesado telón.

El público aplaudió enardecido, y Oscar miró a Clara intentando descifrar su opinión.

Caminaron juntos unas cuadras y, antes de despedirse, él le preguntó qué le había parecido el acto final.

―Me gustó ―dijo Clara―; yo lo interpreté como que Boris asesinó a su niño interior, dejando atrás al pasado para poder seguir avanzando en su vida. Igual no estoy segura; podría interpretarse de otras maneras.

Oscar no había entendido así la actuación de Boris la primera vez, y tampoco la interpretó de ese modo en aquella segunda oportunidad.




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8 comentarios:

  1. Me gusta tu narración de los espectáculos, como el circo, un juego de basket, ahora el mimo, haces que uno se pierda en el escenario viendo como ocurre cada acto de una forma increíble.

    No quiero especular, por lo que esperaré que pensó Oscar del acto final. Me está gustando esto de que los subas seguido, al menos no nos dejas con la intriga toda una semana, ¡gracias!.

    ¡saludos!

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    1. Muchas gracias por las palabras, Tere.
      Te cuento que ya está casi listo para publicar la segunda función del circo de los hermanos Sierpinski; seguramente será el próximo que subiré cuando se termine este.
      Saludos!

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  2. Federico quizás este revivir episodios pasados le devuelva a Oscar el motivo de vivir, de ser así, ojala le queden días para verlos hacerse realidad.

    Gracias por la narración del espectáculo, sin dudas un punto importante a favor de la historia, todo caerá por su propio peso.

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    1. Te cuento que hace un tiempo se me ocurrió un cuento en el que un hombre golpea a un niño hasta matarlo, pero al final se revela que era él mismo, y que se trataba de una metáfora que podría leerse como que a veces hay que matar a tu pasado para seguir adelante. Nunca cerré la idea, hasta que la incluí a cargo de Boris en este relato.

      Gracias a ti por el comentario, Harolina.

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  3. Un texto tan detallado y fluido en su bella narración, que logra que el lector disfrute de la función cómo si fuera uno más entre el público asistente.
    Clara parece haber dado en el clavo con su interpretación de la última escenografía de nuestro amigo, Boris.
    Este capítulo es un gran microrrelato por sí solo.
    ¡Abrazo, Federico!

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    1. Me alegra que hayas disfrutado de la función, Edgar.

      Nuestro amigo Boris te agradece el comentario. Te lo agradece como lo hacen los mimos, por supuesto: apoyándote la mano en el hombro y dándote un beso con sus labios carmesí, pero en absoluto silencio.

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  4. Me ha encantado la actuación del mimo. Podía verle encima del escenario :) Aunque el que me empieza a dar lástima es Oscar, no se porque...

    Bueno Federico, aquinlo dejonpor ahora ^^ Volveré para ver cómo continúa esta historia ;) Abrazo fuerte!!

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    1. Boris sonrió al saber que te gustó tanto su actuación :)

      Te agradezco mucho los comentarios, Carmen.

      ¡Un fuerte abrazo!

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